martes, septiembre 06, 2005

Hospitālis


Ya soy un completo fanático de los anuncios que -cual tendero- pululan y cuelgan campaneramente por toda la pejesuidá. Hay un mar de propaganda que, a pesar de ser pura contaminación visual, tiene el sello de esbozarte una sonrisa o matarte de una risa-loca; pero, desgraciadamente, hay otra que da pena ajena. Indudablemente, el mundo posmoderno goza, al menos en muchos aspectos y en muchos países, de completa libertad para utilizar imágenes, palabras, discursos, videos y cuanta porquería se le atraviese...
Hoy, como se puede apreciar en la foto de este post, me encontré con una pancarta que no sólo me sorprendió por los errores evidentes de acentuación y por la estructura gráfica, sino que logró cautivar mi atención. En sí, el título de Hospital para todo tipo de celulares no presenta más que dos sonrisas, una pequeña risa disimulada y un leve destello de creatividad -que, seguramente, representa el orgullo de la tienda. Sin embargo, tanto para el rotulador como para el dueño del "hospital", lo teológico no sólo alcanza el nivel humano, sino el tecnológico también. Es decir, si el celular anda fallando y trae un problema con su pantalla -la visión falla-, lo mejor es llevarlo al "hospital" con un oculocelulorista... Porque, en caso de no llevarlo, la tragedia puede ser casi fatal. Pero, si el celular anda en las últimas y sin remedio aparente, quizá Cristo Cell pueda hacer el milagrito... O, en su defecto, lo podrán ayudar a bien morir y, a su vez, dar la extrema unción.

martes, agosto 02, 2005

Annuntĭus


La ciudad de México siempre tiene lindas sorpresas que te pueden sacar una carcajada o un pensamiento mal intencionado. Hoy, por la mañana, de camino al trabajo, me encontré, pegado al portón blanco de un kínder que se jacta de ser montessoriano, un anuncio que invitaba a un taller de sexualidad. Evidentemente, este cartel -además de poseer una falta grave de imagen, estructura gráfica y acentuación- hizo que mi turbia imaginación se desatara.

¿Qué puede uno pensar al ver este letrero malhecho? Si está en una escuela montessoriana, seguramente el taller estará enfocado y guiado por el método educativo que ostentan en la fachada de su edificio. Así que echemos un ojo, apliquemos el método montessoriano -sólo unos cuantos procesos- y pensemos mal intencionadamente...

Método Montessori
Pensamiento mal intencionado

  • No hay dominio. Tanto el profesor como el alumnado ejerce un participación activa en el acto de la enseñanza-aprendizaje. Todos comparten. Todos se retroalimentan. Aquí, en este taller, no se podrá jugar a la Dominatrix.
  • La edad no importa. La educación se imparte tanto a jóvenes y adultos como a niños y viejos. El pudor por las edades está completamente eliminado. ¿Qué hubiera dado "El viudo de raza blanca" por conocer aquí a Dolores?
  • Los más jóvenes tienen que ser motivados a enseñar y colaborar abiertamente con los más grandes. Los jóvenes están obligados a decirles a los más grandes: ya no se usa de esa forma, hazlo así.
  • El trabajo y las actividades que desempeña el alumno son directamente propocionales a su nivel de habilidades y capacidad motriz. Sin elasticidad, no hay diversión.
  • Tanto el conocimiento como el aprendizaje está reforzado por la repetición de las actividades. Esto hace que el alumno se sienta estimulado y con amplias posibilidades de llegar al éxito de la actividad. ¿No te salió a la primera? Tranquilito, que con calma, nos amanecemos.
  • El material didáctico multisensorial hace que la exploración física de cada educando sea satisfactoria. La oración habla por sí sola.
  • El pupilo tiene la libertad de realizar sus actividades donde le plazca. Es decir, puede utilizar una silla, la mesa, el suelo... Además, el trabajo en grupo es opcional (en pareja, en trío o con quienes se sienta a gusto). Creo que no necesita un comentario extra.

No cabe duda que la malintepretación y el sentido malsano de los pensamientos pueden trastocar cualquier discurso, texto o contexto.

lunes, julio 25, 2005

Cascata I

(Foto de Eduardo "Edo" G. Tamayo)

Un día despiertas y -sin querer- las décadas, los meses, los días te caen encima. Frotas tus ojos y ves que hay muchas cosas que han cambiado. Tropiezas con la vejez en un solo parpadeo.

  1. El sabor de ciertos alimentos y bebidas lo prefieres un poco más amargo de lo habitual.
  2. Las visitas a la tintorería son cada vez más frecuentes. Al menos un día a la semana pides el servicio de "lavado y planchado" para tus trajes y corbatas.
  3. Los jeans (vaqueros o pantalones de mezclilla) se vuelven un lujo para los fines de semana.
  4. En el clóset, las playeras con estampados exóticos ya no son mayoría; las camisas, sí.
  5. Entre semana procuras -ya- no desvelarte. Si lo haces, sabes que te espera al otro día un infierno.
  6. Las tarjetas te permiten pagar a plazos tus caprichitos de fin semana.
  7. La soltería es un estilo de vida. Las relaciones son cada vez más prácticas.
  8. El romanticismo ya no es más un modus vivendi, sino un arma más para ligar.
  9. Los consejos de los padres no están tan locos ni disparatados.
  10. La práctica de un deporte se convierte en una manera de mantenerte física y mentalmente sano, ya no es del todo una diversión.

Vaya... La lista no termina ahí. Sigue y sigue. No tiene límites. Una vez que los años caen como cascada, no hay nada ni nadie que los detenga... Todo ha cambiado.

jueves, julio 14, 2005

Besugos (Tres)

Nunca falta que, en una clásica reunión familiar, madre e hija comiencen una acalorada discusión. Una querella que, indudablemente, debe quedarse en casa. Además, cuando un fenómeno de esta índole se da en el seno familiar, imposible es controlar los oídos chismosos de toda una familia. Tanto tíos y primos como abuelos y sobrinos centran su atención en el jaleo...
Madre: No te entiendo. Tienes a dos hombres tras tus huesitos. Sí, lo sé. Los dos son guapos. Pero, de los dos, escoges al peor. ¿Quién te entiende? ¿Es increíble tu comportamiento? Acaso en casa te he enseñado esa clase de valores. Deberías salir con Daniel, mijita. Él es un hombre con principios morales bien arraigados y, sobre todo, muy romántico; en cambio, Ricardo, no. Al tal Riqui sólo le importa su coche último modelo y que la cartera esté repleta de billetes. Para él, sólo eres el dulce del momento. ¿Qué les pasa a las veinteañeras de ahora? Ya no son tan románticas como lo éramos nosotras.
Hija: Mamá, simplemente nos convertimos en mucho más prácticas, muchísimo más...

martes, junio 07, 2005

Besugos (Dos)

Un par de guapas mujeres se acerca hacia un grupo de siete adorables amigos. Este suceso es contra natura, generalmente ellos son la jauría que busca. Los jóvenes adultos comienzan a destilar feromonas. No lo pueden creer... Ellas vienen hacia ellos. Caballerosamente se ponen de pie e invitan a las dos féminas para que se sienten. Ellas aceptan. Como era de esperarse, empieza el protocolo: la presentación...
El Maquiavélico: ¡Hola!
Ellas: ¡Hola!
El Maquiavélico: Yo soy El Maquiavélico y mis amigos son El Llorón, El Loco, El Misterioso, El Creativo, El Traductor y El Guapo... Ah, por cierto, él es casado.
Ellas: ¡Ah! ¿Eres casado?
El Guapo: Ocasionalmente.

jueves, junio 02, 2005

Ninno

(Foto de Eduardo "Edo" G. Tamayo)

Todo está bien cuando eres un niño. Los peligros son pocos, aunque éstos parezcan enormes. No hay quejas ni reclamos. La diversión es sana. La imaginación es abundante (hay dragones, investigadores, detectives, caballeros, princesas, fantasmas, magos, doctores, casitas de té, guerritas, videojuegos... La lista continúa «al infinito y más allá»). Pero, lo único que no te imaginas es...
  • que la vida no es justa,
  • que el trabajo no es un juego, sino una responsabilidad,
  • que el dinero no lo es todo, pero ayuda muchísimo,
  • que siempre hay un primer beso,
  • que te enamorarás perdida, apasionada y locamente,
  • que algún día te romperán el corazón,
  • que tú le romperás el corazón,
  • que el cuerpo tiene sus límites,
  • que morirás,
  • que la lista de preocupaciones es ad infinītum...

sábado, mayo 21, 2005

De abejitas y florecitas

(Foto de Eduardo "Edo" G. Tamayo)


No hubo resistencia ni fuerza; sólo, deseo y ternura. Simplemente ella entreabrió sus labios. Él la besó. Ella no se contuvo. Hace mucho tiempo que no besaban con esa pasión y entrega. Nadie quería detenerse. Los dos lo necesitaban. Se disfrutaban. De repente dentro de ellos empezó a circular una filigrana estúpida de conciencia. "¡Mi esposo!", ella. "¡Estoy casado!", él. Los pensamientos caóticos continuaron; los besos y las caricias, también. Sus labios se separaron para tomar un poco de aire. Se miraron profundamente a los ojos. En ese instante, cayeron -como telón- sólida y concretamente las principales razones y los justos motivos...

  • Curiosidad. ¿Cómo ama, sueña, vive, etc.? Quiero saber.
  • Aburrimiento. Estoy cansado del arroz, de los gritos, de los lloriqueos... La costumbre.
  • Vengaza. Dejó de estar, soñar y vivir conmigo.
  • Peligro. A nadie cae mal un poco de adrenalina.
  • Vanidad y orgullo. Me siento más joven, bell@, atractiv@.
  • Consejo. Me lo dijo mi mejor amigo.
  • Porque sí.

¿Bien o mal? No importa. Además, eso es sencillamente un asunto de la percepción. Ellos renacieron. Ella y él volvieron a sentir abejitas y florecitas. Regresó a sus corazones la esperanza. Suspiraron dos veces. No se dijeron nada. Ellos siguieron besándose...

jueves, mayo 12, 2005

Besugos (Uno)

Entra la luz. La vida comienza a pesar. Las mutaciones cuajan. Ojos hundidos. Pómulos hinchados. Aliento putrefacto. Cara asimétrica. Músculos flácidos. Dolor de cabeza. Sed. Mucha sed. Un grupo de casi post-pubertos dejan correr la vida en los sillones de una sala. No pueden ni quieren levantarse. No se soporta el cuerpo. Empiezan a balbucear... ¿Palabras?
La productora
: ¿Cómo dormiste ayer?
El locutor: Muy bien, como siempre... Con los ojos cerrados.
La productora: ¡Qué cajeto! Yo, también.
El Creador: ¡Chale! Pos, yo no sé... Yo nunca me veo cuando duermo...

jueves, abril 14, 2005

Breve Radiografía

Somos -aproximadamente- 6,100 millones de seres humanos en el planeta Tierra. Si pasamos por el Winzip a estos terrícolas y los colocamos en una carpeta-ciudad de sólo cien personas los resultados que obtendríamos serían los siguientes...
Economía: la mitad de la riqueza estaría controlada solamente por seis individuos.
Educación: una sola persona sería profesionista y sólo treinta personas sabrían leer y escribir.
Ocio: cuarenta y ocho ociosos estarían disfrutando de su tiempo libre para picarse los ojos, rascarse la panza, bostezar o hacer lo que les plazca.
Vivienda: quince habitantes gozarían de un hogar digno; el resto de la población viviría en chozas.

lunes, abril 04, 2005

Máscara

(Foto de Eduardo "Edo" G. Tamayo)


Un espejo. Una utopía. El espejo es la más puntual definición de utopía. Mirarse en un espejo es especular que el tiempo ha surcado, arado y erosionado nuestros cuerpos, que la memoria se ha extendido como una filigrana entre sueños, realidades y una que otra quimera, que aún seguimos siendo aquél –el del ayer–. El reflejo está en el no-lugar. ¿Cuántas veces pasamos frente al espejo sin observar nada en nuestros rostros? Sin percatarnos siquiera de las cicatrices morales de nuestra cara. Vemos, pero no observamos. Cada llanto, dolor y duelo instala la vejez en el rostro. La cepa del dolor es la congoja. Antes del dolor todo ser humano es diáfano. Las arrugas cincelan la máscara del dolor de todo hombre.

sábado, abril 02, 2005

Necio

Te dicen que no; tú dices que sí. En el fondo -muy subterráneamente- sabes que ellos tienen la razón. Tu esperanza -simple y sencillamente- está sostenida en la efímera suposición que versa de la siguiente forma: ellos no saben lo que yo sé.
Mary puede ser cualquier mujer. Pon cualquier nombre cercano a ti y lo verás.
His friends say stop whining,
they've had enough of that.
His friends would say stop pining,
there's others girls to look at.
They've tried to set him up with Tiffany and Indigo,
but there's something about Mary that they don't know.
Mary, there's just something about Mary.
Well, his friends say, look life's no fairy tale,
that he should have some fun, he's suffered long enough.
Well, they may now about domestic and imported ale,
but they don't know a thing about love.
Well, his friends would say he's dreaming
and living in the past,
but they've never fallen in love,
so his friends need not be asked.
His friends would say be reasonable,
his friends would say just let go,
but there's something about Mary that they don't know.
Mary, there's just something about Mary.
There's Something About Mary
Jonathan Richman

lunes, marzo 28, 2005

Atesorar

Primer acto: Él le da una carta. Ella la guarda en una cajita. Atesora.

Segundo acto: Ella le da un suéter bordado con las iniciales de ella. Él lo guarda en su cajón. Atesora.

Tercer acto: Él continúa dando y recibiendo; Ella, también. Atesoran.

Cuarto acto: El tesoro ya no cabe en un simple baúl ni en una triste cajita. La habitación –tanto de Él como de Ella– está colmada de tesoros.

Quinto acto: La ruptura amorosa.

Sexto acto: Ninguno pudo tirar el tesoro. Cada quien lo esconde y guarda en el clóset.

Séptimo –último– acto: Él continúa con su vida; Ella, también… Pero, siguen atrapados –encapsulados– en el clóset.

A manera de sermón: No atesorar. Despojarse del tesoro para crecer. El pasado es sólo una lección de vida. Vivir con lo necesario. Aprender y saber que lo que más amas un día ya no va a estar, lo puedes perder o necesitarás dejarlo ir.

jueves, marzo 24, 2005

Un detalle ordinario

(Foto de Eduardo "Edo" G. Tamayo)


Desprevenido. No me canso de repetirlo –una y otra vez–: los días son como las piñatas, necesitan de unos buenos palos para que de éstos salgan las sorpresas. Siempre existe –aunque no seamos tan atentos para descubrirlo– un detalle ordinario que termina –insoslayablemente– por conmovernos o maravillarnos.

domingo, febrero 27, 2005

Septimāna: Dominĭcus (dies)

Parajódico domingo

El domingo es un día dedicado al Señor…
¡Sí!
¡Claro que sí!
Al Señor…
Al Señor Futbol.

Nota: En España y en Hispanoamérica, el domingo es el último día de la semana. En otros países –E.U.A., Inglaterra, Portugal, por citar unos ejemplos–, es el primer día de la semana. ¿Primer o último día de la semana? Todo depende del cristal con que se mira. Una simple percepción: unos empiezan, otros terminan descansando la semana.

sábado, febrero 26, 2005

Šabbāt: שבת

וישבות ביום השביעי
vaYshbot baYom haShevi'i
Génesis 2:2

El estiércol citadino comienza a diluirse pasada la mañana del sábado. Por un instante la vida en la metrópoli se detiene. Ya no fluyen los hidrocarburos. Paran los cláxones de corear las mentadas de madre. Los ensordecedores bullicios disfrazan su lujuria de tiernos rumores que invitan a la seducción. Las escuelas firman tratados de paz. Los peseros y los RTP hacen conciencia sobre el aumento poblacional, mágicamente se dividen. Los automóviles encuentran cobijo en los garajes. Los niños como cualquier otra tarde se idiotizan frente al televisor. El olor a taco de suadero de toda la Pejesiudá se disipa. Un extraño aire anestésico colma a la ciudad. Las arterias (viales y naturales) circulan cloroformo; las venas (los segundos pisos) regresan el narcótico. La tarde del sábado se torna en un monumento perfecto al ocio y al descanso.

viernes, febrero 11, 2005

Septimāna: Venerĭs (dies)

E.
E l.
E ll.
E ll a.
E ll a s.
Ellas. Ellas sueñan. Ellas sueñan con detallitos. Ellas sueñan con detallitos quiméricos. Ellas sueñan con detallitos quiméricos cada viernes. Ellas prefieren que sus ensueños estén rodeados de gatitos y brujitas en los tejados. Ellas prefieren las noches de luna llena. Ellas tienen ilusiones bordadas de Nerval y Huidobro. Ellas sólo viven amando sus sueños y cajitas. A Ellas… A Ellas les gustan las cajitas. Todas las cajitas –de madera, metal, papel, cartón…– les producen la misma sensación: deseo y sorpresa. Ellas desean que una noche de viernes llegue al pie de su ventana Él con una cajita entre las manos. Todos los viernes dejan entreabierta su ventanita y Ellas, mientras tejen ilusiones con gatitos por agujas, lunas por botones y brujitas por estambre, aguardan la llegada de Él con la sorpresita enredada en las manos. Él no llega. La primera adolescencia se va; la segunda, también. Ellas siguen esperando. Esperan. Lo hacen una y otra vez. Esperan. Eso hacen: esperar. Ellas esperan. Viven esperando. Dejan de hacer antesala a la muerte para darle la prioridad a Él. Los primeros viernes de espera están colmados de esperanza, los restantes diluyen con cloro el anhelo. Ellas siempre lo esperan y desean. Deterioran hormonas y neuronas recreando una y otra vez el encuentro con Él. ¿Cuántas veces? Ellas están marcadas por un número distinto… 111,114 viernes, tal vez o 114, quizá… Ellas cuelgan sus sueños con detallitos quiméricos en los tendederos de miles o cientos de viernes.
V i e r n e s.
V i e r n e.
V i e r n.
V i e r.
V i e.
V i.
V.

jueves, febrero 10, 2005

Septimāna: Iovis (dies)

Aprende de la gallardía y la altivez de los dioses. Busca cultivar tu cuerpo y mente con la sapiencia de los titiriteros del universo. Ejercita el poder y el dominio como lo haría el rey de los dioses: Júpiter. La textura y temple de Júpiter, el Dios-Rey, era dura, pero dúctil y maleable. Tus decisiones y sabiduría –como las de Júpiter– deben brillar tan intensamente como la plata –pero, su resplandor ha de ser modesto y no alarmante como el oro–. Toma decisiones como lo haría un rey en el tablero de ajedrez… Ve anticipadamente tu enroque y muévete sólo si es indispensable y no olvides una cosa siempre puedes caminar en varias direcciones –pero, sólo una casilla a la vez–. Sé un Dios-Rey en tu universo de blancas y negras. ¿Por qué no aprender de los dioses?


DRAE (Diccionario de la Real Academia Española):

dios.

(Del lat. deus).

1. m. Ser supremo que en las religiones monoteístas es considerado hacedor del universo.

ORTOGR. Escr. con may. inicial.

2. m. Deidad a que dan o han dado culto las diversas religiones.


rey.

(Del lat. rex, regis).

1. m. Monarca o príncipe soberano de un reino.

2. m. Pieza principal del juego de ajedrez, la cual camina en todas direcciones, pero solo de una casa a otra contigua, excepto en el enroque.

miércoles, febrero 09, 2005

Septimāna: Mercŭri (dies)

Todos buscamos un día en el que permutemos nuestros sueños por realidades o al menos que nuestros polimorfos escenarios se tornen en una amorfa fantasía. ¿Pedimos milagritos, no? Siempre –al menos el mexicano promedio– las personas andan en busca del milagro. Muchos viven pasando los días sin percatarse de que hay un día de lucro y mercado libre. Dicen los rumores populares –vox populi, vox dei– que en los días en que se puede negociar cualquier mercancía y sin salir decepcionado es el miércoles.

Cita primera:

Mercurio, hijo de Júpiter y Maya, funge dentro de la mitología romana como el dios capaz de regir todos los sucesos y derivados relacionados con el comercio. Es, por decirlo vulgar y muy estúpidamente, el padre del capitalismo, del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del mero-mero Adam Smith.

La cita segunda:

«No tengo ninguna idea de los negocios. Nada percibo de ellos. El comercio, aún el más lícito, me da vergüenza. Sé que esto es una tontería, una verdadera tontería, pero es la verdad: me da vergüenza. Antes yo compraba algunas cosas. Siempre resultaban mal. “Te robaron” –me decía mi mujer–. Ahora prefiero no comprar nada. Cuando vamos juntos a la tienda o al mercado, yo siempre me quedo fuera. Lo lamento; no puedo soportarlo. Sufro por el que vende y por el que compra. Me parece que aquél hace un esfuerzo para ponderar su mercancía; que tiene que vencer su modestia y su buen gusto por la necesidad de ganar algo más; y que el comprador tiene también que realizar un esfuerzo por ocultar su pobreza; toma entonces una anticipada postura altanera, para que el regateo parezca malicia y no miseria.» Josefina Vicens, El libro vacío, p. 54.

Y, otra cita, la última:

El Chino: Y, lo hizo por un bicoca, por unos pinches pesitos, caón. ¡No puedo creerlo! La neta.

El Pkita: Recuerda, Chino, recuerda. En este puto planeta, todos, óyelo bien y que te quede bien clarito y para que te des un quemón y después no te diga teloadvertí, todos ¡todos! tenemos un precio… ¿Cuál es el tuyo? Ponle ceros a la derecha a tu vida.

martes, febrero 08, 2005

Septimāna: Martis (dies)

Todos los martes tienen la gracia de soltar los vapores del hierro. Buscan, con el rocío matutino, hervir la sangre del guerrero con pólvora y azafrán. Al salir el sol tras la manta volcánica, los rayos –como saetas de oro– hieren los corazones de los hombres con el deseo –inquietante– de pelear y derrotar a aquello que parece imposible. Todos despertamos en cualquier martes con el tibio bisbiseo de guerra.

Detalle bélico: El 58% de las personas que son asesinadas conocían al agresor de antemano.

Más belicosidades: Cuando el león mata a otro animal –además de comérselo hasta el hartazgo– lo primero que busca degustar es el estómago –platillo preferido entre el mundo leonino–. Y, por si fuera poco, una vez que el Reydelaselva tiene la barriga llena, los últimos en probar la deliciosa presa son la hembra y los cachorros.

Una curiosidad: El martes pasado, durante el transcurso de la calurosa mañana, Ernesto Selvarey de León paseaba con su mejor amigo –y compañero (burócrata) de oficina– Yoryo Pérez por uno de los parques más bellos de la colonia condesa –El España–. Mientras caminaban y platicaban de trivialidades –la telenovela del momento, las actrices simuladoras de lolitas– y sueños guajiros –jugar pa´ la selección mexicana de futbol, sacarse el melate, la lotería, ser uno de los integrantes de los Temerarios o los Bukis, ser miembro activo de la fundación HundimosMéxico–, Ernie, como buscando alcanzar los sueños, dio un suspiro profundo y largo –aunque en realidad lo que intentaba era inhalar todo el oxígeno posible para disfrutar plenamente el paseo, ¿será dable en esta ciudad encontrar aire sano para nuestro cuerpo?–. Los pulmones, además de recibir su narcótica dosis de esmog, percibieron en el ambiente una extraña carga de hierro y pólvora. Un grito de guerra sacudió las venas de Ernesto. Inmediatamente, el Sr. Selvarey de León comenzó a atacar verbalmente a su único y verdadero amigo Yor Pérez, esto –quiero suponer– como consecuencia de la bocanada de pejesmog que inhaló. La agresión nace de un impulso. Con una enjundia desmedida, Ernie se dio el lujo artero y letal de recordarle a Yoryo lo naco que suena su nombre, lo infeliz, lo desgraciado y lo estúpida que era su vida conyugal –la esposa le permitía tocarla sólo una vez cada dos meses, si le iba bien, porque si no eran de cinco a seis meses de castración–, lo idiota que eran sus hijos en la escuela –ninguno de los dos (ni Píter ni Luis Miguel) habían podido sacar al menos un simple y sencillito siete en Deportes–, lo jodida y mediocre existencia laboral que llevaba –no había ascendido de puesto en 25 años de trabajo duro y constante–. En fin, escupió “n” cantidad de verborrea joditiva y chingativa hasta reducirlo a un simple pedazo de mierda, a un mojón frío y olvidado en un llano. Yor Pérez no se quiso quedar de brazos cruzados y respondió la agresión, por cierto, insuficiente para los dardos lingüísticos del buen Ernie. Cansado de no tener un rival verbal, Ernie levantó el puño izquierdo y lo estrelló en el ojo derecho de Pérez. Yor regresó la acometida con un par de puñetazos muy afeminados al estómago. ¿Qué pedo con Yoryo Pérez? Habilidad lingüística nula; fuerza física por debajo del cero. ¡Ni cómo ayudarle! Un tipo con tan poca voluntad y deseo en la vida es mejor ayudarlo a bien morir, pensó Ernesto. Selvarey de León sacó una navaja de bolsillo –una Macgyver´s classic– y comenzó a enterrarla una, dos, tres, seis, siete, diez veces en el blando y fofo abdomen de Yoryo. Gritos coagulados. Ahora asfixiados. Luego sigilosos. De angustia e incredulidad. Dolor. Dolor. Llanto. Un suspiro. Muerte. Misión cumplida. El licenciado Ernesto Selvarey de León había hecho la obra del día. No perpetró un crimen, no. Despojó de la tierra a un hombre que no reconocía la diferencia entre un lunes (de luna) y un martes (de guerra), a un ser sin ganas, a un sin sueños, a alguien sin… Su conciencia estaba tranquila. La selva del concreto podía descansar tranquila de este martes de hostilidades.

Por cierto: La lid le provocó tanto esfuerzo a Don Ernesto que hasta hambre le dio. No dudó, entonces, ni un instante en ir a refinarse un buen caldo de pancita, por supuesto, antes llamó a su esposa e hijos para invitarlos a comer hasta el hartazgo. La hermosa familia Selvarey De León tuvo, aquella tarde de martes, la barriga llena y el corazón, por ende, contento.

lunes, febrero 07, 2005

Septimāna: Lunae (dies)

Los lunes siempre están cargados de noticias –malas o buenas, pero, siempre están repletos los primeros días de la semana de aquellas astillas–. Cuidado. Mucho cuidado. No hay que hacer movimientos bruscos, grotescos o totales. Ni una sola suposición. Calla y observa. Mira y escucha con atención todas las notas que llegan a tu cabeza, porque si no estás bien preparado para recibir esos datillos puedes perderlo todo –astillarte irremediablemente–. De tontos y locos es esperar milagros en los días de luna. Lo único que tienes que hacer es disfrutar de la sensualidad de un lunes, déjate llevar, sólo flota, suspira, admira, como cuando ves pasar a la mujer de tus sueños. R E C U E R D A: son días de observar. La luna siempre trae revelaciones impactantes y sorprendentes, mantén tus ojos bien abiertos.

Hoy, tres noticias, una mala y dos buenas -¡Qué frase tan trillada!–.

La buena: La novia de mi primo “X” –mejor conocida como Luna– está perdida y locamente enamorada, quiere casarse, anhela una familia (bla, bla, bla, bla…).

La mala: De quien está obsesivamente enamorada y con quien quiere casarse es del hermano de “X” –mi otro primo–.

La buena: La familia está feliz –de cualquier modo tendrá una nueva, linda y encantadora miembro en ella (o al menos un bonito eclipse)–.

jueves, febrero 03, 2005

Peccātum

La playa. Suave brisa. El mar. Una ola, la siguiente. El rumor sensual del pacífico. Cielo despejado. Sol perfecto. Una revista. Dos cervezas bien frías. Un trago, el segundo. Refrescante. Cae la máscara. Libertad. La mente relajada. Ojos cerrados. Viaje nostálgico. Paseo por el recuerdo. Transgredir el presente. Palabras e imágenes en caos. Disonancia. Semántica perdida. Una tela negra. Todavía más obscura. Sueño. Sueño. Sueño. La hinchazón en la cara hace que mi conciencia vuelva -¿De dónde?, no lo sé, pero, vuelve-. Entreabro los ojos. Ahí está. Una linda y joven mujer juega con el mar y éste hábilmente la abraza y acaricia sin que ella se dé cuenta -como si fuera niña y el mar-niño (uno doctor; otro paciente) en un incipiente y lúdico actuar-. Quiero más libertad. Tercer y cuarto trago de cerveza. La máscara sigue cayendo -está por la arena-. Es -prácticamente- imposible alejar la vista de ella. Tierno rostro, cuerpo exacto -la geometría analítica comprobaría cualquier teoría en tales volúmenes-. Un esfuerzo severo y duro por no mirar, por no pensar, por no imaginar. Tomo la revista. Paseo mis ojos por las letras. Ningún artículo colma mi atención (sólo Ella). Todos insípidos (Ella donosa). Ávido de un jugoso texto, violentamente busco presuroso entre las hojas. Nada. Nada. Nada. Ella ya está nadando. Deja que su cuerpo flote. Necesito un texto. Ojos, letras, palabras, ojos. Ella, nada, flota, nada, ella, linda, bella, ella, nada, nada, juega, juega, mujer, sola, mujer. Más, más, más libertad. Quinto y profundo trago de cerveza. La ola atrapa la máscara. Otro intento para no ver. El Sol la baña y el mar la ilumina. Mis brazos son mar; mis ojos, Sol. La capturo por siempre. La necesito. La deseo. Necesidad. Añoranza. Un lugar. Un paraíso. De Sol, mar y cuerpo. Ella, brazos, ojos. Ya sueños, ya realidad. El pecado no está en pensarla, sino en alimentar mi fantasía. Último trago de cerveza. La máscara se hunde en una ola y otra. La libertad, la libertad...

martes, febrero 01, 2005

¿Db o db-d?

Los pequeños detalles pueden transformar tu vida. Por tal motivo, siempre hay que permanecer muy alerta y atento para cuando estas sorpresitas pasen delante de nuestros ojos, zumben por nuestros oídos o las sintamos en nuestras manos. Ser y estar conscientes en todo momento. Hacer de aquéllas unas peligrosas e importantes armas de vida. Hoy, quiero compartir una regla del buen hablar y escribir que bien empleada puede cambiar tu manera de percibir el entorno. Antes de soltar la teoría -todo el parloteo (lleno de conglomerados barrocos)- es preciso observar con d-e-t-e-n-i-m-i-e-n-t-o las siguientes oraciones...
Oración uno: Debes hacer tu tarea (o trabajo).
Oración dos: Debes de hacer tu tarea (o trabajo).
¿Hay alguna o varias diferencias? Estúpida parece la pregunta anterior. La respuesta es obvia: hay un "de" de más en la segunda oración. Pero, no me quiero referir a ello sustancialmente. Lo que quiero enfatizar en las dos oraciones anteriores es el cambio fuerte de significado que se deriva a partir de un simple y sencillito "de". Cuando el verbo deber (conjugado) no le precede la preposición "de" significa obligación.
Oración uno: Debes -es obligación (tejones porque no hay liebres)- hacer tu tarea (o trabajo).
Pero, si el "de" se le pega -como zancudo de playa a la piel- al verbo deber, éste adquiere un significado de duda (debería).
Oración dos: Debes de -podrías, deberías (mañanita o cuándo se dé el momento o las ganas)- hacer tu tarea (o trabajo).
De ahora en adelante mucha atención tendrás que poner en lo que la gente pide, escribe, habla o dice. Recuerda que si el jefe, el profesor, el padre, un tío, cualquier persona dice debes (solititito) es una obligación (ni pedo), pero, si le pone un "de" la cosa se pone muy relajada (digamos te da la posibilidad de que lo hagas o no).

sábado, enero 29, 2005

Lo sabía todo

En los momentos más críticos de nuestro soberbio transcurrir por la vida, muchas veces formulamos al aire preguntas –que parecen y no lo son– estúpidas –como si quisiéramos que todos nos escuchasen, cuando sabemos intrínsecamente que Ella es la indicada para respondernos–. Por estupidez o imbecilidad o idiotez –o las tres al mismo tiempo–, no se lo inquirimos a nadie –y a Ella tampoco le preguntamos–. Dejamos sin alterarnos que las preguntas fluyan y se vayan como dejamos que los días y las noches pasen –no hay ser que las detenga: huyen–. Las interrogantes –con sus múltiples y posibles respuestas– se disipan y nosotros, tierna e inocentemente, creemos que no volverán, que no afectarán nuestra vida si quedan sin respuesta, sin fin, sin razón… Mentira. Regresan. Regresan cuando menos lo esperas. Están de vuelta en el momento más inoportuno y en ese instante ya es muy tarde para que Ella nos dé la solución... Y sabes, por arrepentimiento, que ella siempre supo la verdad… Mother.

miércoles, enero 26, 2005

Ausente

En esta semana, he recibido más imeiles personales que cadenas absurdas que escupen maldiciones y dichas, que millonarias promociones del selecciones, que panfletos y trípticos de adivinación entregados “misteriosa y esotéricamente” en los altos y en las esquinas de esta peje-suidá, que virus encriptados en correos de nadie. No cabe duda un meil personal siempre llena la boca con una sonrisa coqueta. Hoy, por la mañana, me pasé leyendo cada una de las correspondencias –y envuelto en una mueca de alegría, no dejaron de sorprenderme–. Todos los correos cibernéticos –sin falta– estaban colmados de supuestos en torno a mi ausencia. Todas las letrillas cuajaban la misma pregunta: ¿Ignoro si vive todavía o dónde está?

Algunos pormenores de la ausencia…

Estado general (Primera plana): Sí, vivo y sueño –más de lo permitido por los psiquiatras–.

Situación física: 3.6 Kg. de más… Un estilo de vida saludable y mucho mejor que cualquier juniorcillo de la DelValle –excesos, los permitidos por la ley–.

Situación psicológica (Estado del tiempo): Sin tormentas. Cielo despejado. Salud mental óptima –causa: medicina alternativa (interprétese al gusto)–.

Descubrimientos: En una exhaustiva y comprobadísima investigación descubrí que el vino –y uno que otro derivado etílico– contribuye a defender al organismo de enfermedades graves y letales (hace fuerte al corazón).

Dramas de la vida real: Una amiga me habló desesperadamente a las 4 de la mañana de antier para decirme que su esposo derramaba infidelidad. Fue obvio –más por morbo que por cualquier otra cosa– que pregunté el porqué creía ella que su marido la engañaba (al menos tendría pruebas sustentables imaginaba yo y si ya me había sacado de mi estado auto hipnótico, bien a bien, era justo que me contase todos los detallitos del evento, ¿no?). El engaño de su marido se basaba en la siguiente prueba tomada de un periódico de circulación menor: «siete de cada diez hombres que no tienen problemas económicos son infieles a sus esposas». Colgué inmediatamente.

Finanzas: Las reservas monetarias mostradas hasta el 26 de enero alcanzaron un indicador global negativo. Se pronostica que para mediados de marzo la economía crecerá al menos un 15% –para jodida la cosa esto sólo es una especulación–.

Deportes: Un hombre sensible.

Espectáculos: La reina de la pantaleta.

Sociedad y cultura: Weekend a la Chumacera (parte I y parte II).

Editorial: Sí, he estado ausente. Es decir, ensimismado y distraído. Por cierto, informo que todos los supuestos son falsos hasta que se demuestre lo contrario.

lunes, enero 17, 2005

Aviso de ocasión

Del DRAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española)

Del Periódico

Yo = Gilmar Ayala

Los lunes son días de avisos y noticias. Advertencia: el inicio de semana puede ser peligroso si éste viene acompañado del brazo con un extraño aire polar.

Desperté porque el frío era abrumador. Ni dudarlo, hoy tendría que ser una mañana de abrigo, chocolate caliente, una pieza de pan y periódico en mano. Revisé el diario. En automático –al contacto de mis dedos con el papel y tinta– llegó a mis neuronas una frase –no textual– de Borges. Él decía que no entendía el porqué la gente revisaba ansiosamente todas las mañanas los diarios, si es inevitable que ahí no encontrará nada nuevo: sólo las mismas notas. La borgiana regla comienza a cuadrar en cuanto comienzo a revisar las hojas del periódico matutino: gobiernos corruptos, partidos políticos en lucha, padrecitos que opinan, guerras sin fin, tiroteos, asaltos, políticos "perfectos", políticos desmentidos, equipos de futbol que ganan y que pierden, actrices inmiscuidas en chismes, deudas nacionales que aumentan, cine, televisión –los mismos programas–… Todo igual. Punto para Borges. Excepto por un pequeño detalle: las únicas notas que nos traen gélidas sorpresas son los avisos de ocasión…

Aviso. (Del lat. ad visum)
  • 1. m. Noticia o advertencia que se comunica a alguien.

AAA. Viva feliz el 2005. Hágase rico, busque tesoros. Detectores. Alquiler, renta, venta, 57 años de experiencia. Demostraciones.

Hay que vivir felices haciéndose rico. Los tesoros están a la vuelta de la esquina. ¿Por qué complicarnos la existencia?

  • 2. m. Indicio, señal.

Jesús compra ropa, muebles de casas, oficinas, estéreos, máquinas, libros, chácharas.

Definitivamente es una señal… El mismísimo Jesús compra recuerdos de casa y oficina…

  • 3. m. Advertencia, consejo.

Oración a la Virgen de Juquila: Madre querida, Virgen de Juquila, Virgen de nuestra esperanza, tuya es nuestra vida, cuídanos de todo mal. Acompáñanos en toda nuestra vida y líbranos de todo tipo de pecado. Reza nueve días esta oración y pide 3 deseos, uno de negocios y 2 imposibles, y publica esta oración al noveno día.

(Sin comentario)

  • 4. m. Precaución, atención, cuidado.

AAA. Detectives conyugales, localizaciones, empresariales, laborales, noviazgos, celulares, teléfonos, fotografías, videofilmaciones, foráneos. ¡Garantía, confidencialidad! ¡Cuídese de charlatanes barateros, que citan en casas particulares! ¡No contrate telefónicamente!

Cuídate de una novia charlatana o un novio baratero…

  • 5. m. Prudencia, discreción.

AAA. AAA. Mariana, ama de casa, ofrezco discreción. Independiente.

Masajes para dama, antiestrés. Emiliano, deportista, universitario, varonil, realmente atlético, 22 años.

Analy (19 años), bonito cuerpo, sólo para exigentes, $600

Si lo vas a hacer prudente y discreto tendrás que ser…

viernes, enero 14, 2005

MORFI

Hoy, pensé que, simple y sencillamente, el día trascurriría de forma normal. Pero, cuando uno finca expectativas en algo, siempre la ley de MORFI –ésta es mucho más peligrosa que la de Murphy– tiende a hacer de las suyas y te jode: cambia el curso de tus intereses. Desperté –no muy tarde ni muy cansado, digamos– aliviado y tranquilo, aproximadamente a las 9:35 de la mañana. Mientras mi cuerpo hacía el esfuerzo necesario para levantarse, mis retorcidas cavilaciones innovaban una delicada forma de convencimiento para hacerme creer que el día sería tan corriente como cualquier otro. Logré salir de la cama. Ejercicios de rutina: uno, dos, uno, dos… ¡Qué hueva! Terminé. Parecía ya estar plenamente consciente. Me dirigí al garaje para buscar el diario. Lo recogí. Al momento de levantar el periódico de entre sus conservadoras entrañas salió un librillo –casi cómicomágicomusical–. Tenía por título Vételo Creyendo. Supe –en una acto reflejo– al hojear (¿ojear?) el textillo que el día sería tan impredecible a partir de ese instante. Y, empezó a serlo justo cuando me detuve en unas líneas…

«Las cebras no son blancas con rayas negras, sino negras con rayas blancas.»

Mañana, si sacan el volumen dos de este libro, yo creo que nos avisarán que los tableros de ajedrez son negros con cuadros blancos y no blancos con cuadros negros.
La sorpresa de las afirmaciones no se detuvo ahí, siguió…

«La agresividad sexual de la rana-toro macho es tal que se aparea con todo aquello que se mueve.»

De ahora en adelante, al verme frente a una de estas ranas –que es muy probable que me las encuentre en una ciudad como el Defe– jugaré a las estatuas de marfil para no salir lastimado.
Era evidente que tenía deshacerme rápido de ese texto. Lo intenté una y otra vez. Los resultados eran nefastos. De entre las páginas salían oraciones cargadas de datos que parecían no tener ningún sentido: producto neto del absurdo. Sólo un dato más fue capaz de crear la desilusión por entero, hacer que aquel compendio se desvaneciera de mis manos junto con aquella estructura mental con la que había crecido…

«Los elefantes no le tienen miedo a los ratones, sólo les infunden temor los conejos y los perros dachshund.»

Así es… Viví engañado durante toda mi infancia, adolescencia y parte de mi vida adulta. Dumbo nunca tuvo miedo –aunque sea diminuto– a los ratones, muy al contrario, detestaba las liebres y los canes dachshund. ¿Qué me resta? Que me lo vaya creyendo… Sé –muy en el fondo– que este caos mental lo planeó MORFI.

miércoles, enero 12, 2005

Mi Godot

Estragon: (…) Vayámonos.
Vladimir: No podemos.
Estragon: ¿Por qué?
Vladimir: Esperamos a Godot.

Samuel Beckett,
«Esperando a Godot»

Me tocó esperar a Godot el domingo pasado por la mañana, la tarde y parte de la noche. ¿Godot? Godot puede ser cualquier persona. Pero, en este caso –muy particular– fue ella. La verdad no fue gracioso estar ahí –en silencio– esperando. El acto de esperar suele ser muy coqueto los primeros minutos –o, tal vez, en caso extremo la primera media hora–. En este lapso, es cierto, divagas de lo lindo por tus fantasías, sueñas con el qué pasará, con lo bonito que será ese encuentro, con los diálogos perfectos, con el soundtrack que habría de tocarse de fondo si aquello fuese una película romántica, con el cruce de las miradas, con las sonrisas, con lo perfecto que embonarán las manos, con los besos (si hay un poco de suerte y astucia), con los suspiros, con un sinfín de clichés rosas. Y, mientras cabildeas por todas esas imágenes, parece que la espera bien vale la pena. Pero, después de pasado el límite fronterizo de los 1800 segundos bañados en perfume, los minutos que siguen a este tiempo de espera se acumulan como colesterol (¿cómo estiércol?) en las venas y arterias. Todo a un paso del paro cardiaco. Estallas. El trastorno comienza y la espera se hace insoportable. Lo más peligroso de esperar son los momentos de caos o de trastorno que nacen como una macabra locura. El síntoma principal de que la enfermedad comienza a invadirte es la alteración de tu estado de ánimo –de la inmensa alegría y euforia pasas a una melancolía, tristeza, angustia y frustración–. Así sucedió… Me senté a esperar a Godot albergando una extraña esperanza de que tarde o temprano todo me llenara de alegría. Pero, esa ilusión se diluyó –de forma feroz– en la medida en que me acerqué –con la ayuda de los segundos, minutos y horas– a la letra “p” de la palabra plantón. Llegué a formar la palabra completita –con todo y acento–: P – L – A – N – T – Ó – N.

Vladimir: ¿Es la primera vez que vienes?
Muchacho: Sí, señor.
(Silencio)
Vladimir: De parte del señor Godot.
Muchacho: Sí, señor.
Vladimir: ¿No vendrá esta noche?
Muchacho: No, señor.
Vladimir: Pero, vendrá mañana.
Muchacho: Sí, señor.
Vladimir: Seguro.
Muchacho: Sí, señor.
(Silencio)

Samuel Beckett,
«Esperando a Godot»


Mi locura.
Mañana –como lo he venido haciendo– seguiré esperando a mi Godot.

lunes, enero 10, 2005

Ermitaños Oníricos

Descubrí una condena a la que inquebrantablemente estamos sometidos durante toda nuestra existencia: soñar. Todos –absolutamente todos– los seres humanos soñamos. No hay persona que escape de esta condena. Ni el más osado intelectual ni el ladrón perfecto ni el reo más sagaz ni el mejor amigo ni la novia ni el taquero de la esquina ni el vendedor de chicles bomba ni el político ni el asceta ni papá ni mamá: nadie está exento. El mundo humano vive condenado al engaño mientras duerme –todos dan por verdadero y único lo que no es–. ¡Tú, él, ella, nosotros, ellos y yo! Duerme y estarás embarrado de un lodo onírico. Soñar es el autoengaño por excelencia. Una condena que parece una droga suave.
No obstante, hay personas que no están satisfechos con tener una sola condena… Y, buscan, buscan, buscan la manera de prolongar los síntomas, las sensaciones, el placer del sueño. La solución inmediata a la que llegan es… Soñar despiertos. Comienza el caos: anhelan persistentemente algo cubriéndolo de imágenes y sucesos fantásticos. Ermitaños oníricos es el nombre para calificarlos. Seres que –sorpresiva y progresivamente aumentan en número y– rara vez buscan salir de sus hogares (de su cerebro) por temor a la realidad: una mujer (un beso), un hombro (un abrazo), un automóvil (un paseo), un helado (el frío en los labios), una mirada (el primer contacto)…
El resultado. Un ermitaño onírico simplemente decide defenderse de la vida olvidándose de ella.

viernes, enero 07, 2005

Del kínder al féretro

Hoy por la mañana, mientras me divertía vagando por el ciberespacio -en plena hueva-, fui a toparme con un blog que realmente disfruto mucho: el de El Oreja. Revisando sus posts (o postes) pasados, me encontré uno que cautivó mi atención: Life 101. En él, El Oreja planteaba -junto con una tal Maggie- que en la escuela deberían (para mí: deben) impartir cursos de la vida o un curso general de la vida. Me parece que habría muchas formas de esquematizar un programa operativo para la planeación didáctica de dicho curso. Propongo mi querido Oreja -y esto a manera de bosquejillo docente- los siguientes aspectos para la impartición de dicha clase:
  1. Nombre de la asignatura: Currículum Vitae.
  2. Clave: Año de nacimiento (En este caso -tanto para mí como para El Oreja- 1979) .
  3. Ciclo lectivo: Desde que naces hasta que mueres (pesadito, ¿no?).
  4. Clases por semana: 7 (siete).
  5. Horas por semana: 168.
  6. Horas prácticas: 168.
  7. Plan de estudios: Nuevo Plan 2005 (NP-2005)
  8. Propósitos u objetivos generales del curso: Con la asignatura Currículum Vitae se pretende que, al término del curso (es decir, al morir), se hayan alcanzado estos propósitos: desarrollo de actitudes y habilidades para enfrentar el análisis y la interpretación de cada uno de los sucesos de la vida; ampliación de la visión; gusto e interés por la valoración del goce estético; formación del criterio selectivo para satisfacer el instintivo deseo humano de verdad, de bondad y de belleza, a las que el estudiante llegará por interés permanente. Aprender a vivir.
  9. Factores para evaluar: Participación activa en la vida.
  10. Periodos de evaluación: Niñez, adolescencia, madurez (adulto contemporáneo y maduro) y vejez.
  11. Criterios de exención: Nadie quedará exento. Excepción única: fallecimiento repentino.
  12. Bibliografía básica y de consulta: Ver anexo, Life 101.

Sé que -en definitiva- faltan muchos otros aspectos que tendríamos que englobar para este formato sugerido. Para que el curso cumpliese con la excelencia académica, necesita -lo sé- un madral de consideraciones. Sencillamente, en este breve espacio, sería una locura tratar de desglosar todos. Por cierto, me gustaría, Oreja, que discutiéramos más los tópicos que enlistas en tu texto Life 101.

Verborrea Navideña

Con agrado –diría con júbilo al borde del éxtasis– recibí este 7 de enero: el fin de la temporada navideña. Para este preciso momento –prácticamente– toda la verborrea propia de la navidad y de fin de año comienza a diluirse con las actividades usuales. Los discursos entresantosperegrinos, feliznochebuena, feliznavidá, inocentepalomita, felizyprósperoañonuevo, felizdíadereyes desaparecerán entre los automóviles estancados en el periférico –tanto en la planta baja como en el primer piso–, en las oficinas de gobierno y en los bancos –líderes en gestar largas colas–, en las horas de ebullición del metro –consomé humano–, en las mañanas cuando los padres de familia descarguen –tal cual… como mercancía– a sus adorables criaturas entre el rocío del smog. Todo cuajará. Todo. Todos –una vez más– nos veremos inmersos en el tsunami citadino. Al menos –y eso es un alivio– la gelatina urbana se despojará del uniforme de SantaClós.

jueves, enero 06, 2005

Un cómplice y otro -también-

El insomnio es un cómplice en este largo camino del intento... Y, otro, que hace una buena compañía, es la poesía... No compito contra el insomnio, me dejo llevar en él.
... -but there is no competition-
There is only the fight to recover what has been lost
And found and lost again and again: and now, under conditions
That seem unpropitious. But perhaps neither gain nor loss.
For us, there is only the trying. The rest is not our business.
T.S. ELIOT, «East Coker» V, Four Quartets
[... -pero no hay competencia-
Sólo existe la lucha por recobrar lo perdido
Y encontrado y perdido una vez y otra vez
Y ahora en condiciones que parecen adversas.
Pero quizá no hay ganancia ni pérdida:
Para nosotros sólo existe el intento.
Lo demás no es asunto nuestro.
Cuatro Cuartetos, traducido por J.E.P.]

martes, enero 04, 2005

Los Nervios

Nervioso es el adjetivo preciso que he de emplear para calificarme en estos días. Soy incapaz de estar quieto o al menos de permanecer en reposo. Hay una extraña urgencia que está despertando cada una de mis dendritas, axones y demás complejos nerviosos. Este trémulo estado trae consigo un beneficio inigualable: me hace sentir vivo; pero, por otra parte –en una especie de dark side–, mi estómago está cargando las consecuencias: tengo una olla exprés en mi abdomen. Anhelaría un poco más de tranquilidad y paciencia… Sin embargo, quién puede hacerlo cuando uno siente que es el momento adecuado para actuar y que de no hacerlo la oportunidad puede desvanecerse. Cómo desearía que las cosas fueran un poco más sencillas y que se resolviesen como una simple suma o resta –o ya en un caso extremo como una multiplicación o una división de no más de dos o tres dígitos–. Pero, no… La existencia presenta muchas más variables y exponentes. La vida –extrañamente– siempre tiende a coagular una telaraña en nuestro camino. Nos pone en una fase frenética. Perturba nuestro ánimo. Y, entonces, a la de ahuevo más que por voluntad uno tiene que aguantarse. Uno termina reaccionando y no actuando. ¿Qué nerviosismo? ¡Qué nerviosismo! Tan conmovedor recorre mi dermis, mis grietas corporales y provoca un sofoco y clausura mi garganta cuando ésta debe hablar para decir lo que siento. Los nervios son animales salvajes que cuesta domesticar. Quisiera tenerlos dominados cuando platico. Las cosas suceden de otra manera. Si milagrosamente sale de mi boca una palabra seria y profunda –parajódicamente– saltan con ella otras feroces, inquietas, bestiales y silvestres que no hacen sentido… Y, de pronto, me encuentro otra vez ahí: inquieto y sin reposo. Intentando apaciguar a los indomables. Perturbado, frenético, inmerso en una telaraña. Quiero sumar (multiplicar) y restar (dividir). Dejar en reposo al adjetivo nervioso.

sábado, enero 01, 2005

Mi insomnio

Llevo varios meses siendo cliente Classic Member Frecuenta del insomnio. No es tan malo. Tiene sus lujos y encantos. Al menos durante esas horas –que parecen perennes, agobiantes y asfixiantes– finalizas lo que alguna vez –con la luz del día– te propusiste o, tal vez, sin quererlo del todo, tomas ese detallito que nunca terminaste con la esperanza de hacerlo. Insisto, en el mundo del desvelo, cualquier detalle puede ser un lujo. Siempre he creído que cuando el insomnio aparece en la vida de las personas es por un simple motivo: tienen algo inconcluso que deben darle jaque mate o continuidad. Mi suscripción al mundo de la vigilia cuando es la hora de dormir me llegó por entregas. Es decir, comencé una noche durmiendo 30 minutos más tarde de lo habitual –la causa: una película en la TV–; las siguientes noches tuvieron una incremento progresivo –aunque menor– en relación con los minutos de espera antes de caer en los codiciados brazos del sueño. Las causas de las siguientes trasnochadas fueron variables: una película, un libro, un correo electrónico, una llamada telefónica, el retoque de un texto, escribir un mini-cuento, quemar un cd, bajar canciones… muchas cosillas –¿causillas?–. Poco a poco fui agotando cada uno de mis deberes. Un fenómeno inversamente proporcional se estaba dando: menos deberes, más sueño. Cuando pensé que había dado muerte al desvelo, tuvo que suceder lo inesperado.
¿Qué es lo inesperado? Lo que ocurre sin esperarse. En un balbuceo de pensamientos –naturales y comunes– que se tienen antes de dormir, me fui a topar con el recuerdo de un desvelo mucho mayor que tuve hace casi 10 años. Y, entonces, me di cuenta… Me di cuenta del por qué de mi retorno al insomnio: tenía que trabajar nuevamente y sigiloso por aquello que había perdido. Recuperarlo. ¿Aquello que había perdido? ¿Qué había perdido? ¿Qué es aquello? Aquello: el primer gran amor inesperado.
Ahora, desde mi “nuevo” re-descubrimiento, están por ascenderme de cliente Classic Member Frecuenta del insomnio a Silver Member Frecuenta del insomnio. He acumulado una cantidad de horas noche inimaginable.