sábado, enero 31, 2009

La Crisis en la Bolsa de Valores

(Foto de Gilmar Ayala)

Jordi no podía dormir a pesar del lapidario cansancio y la depresión asfixiante que sufría por la mala suerte. Cuatro meses y treinta días de caos no eran suficientes para que sus ojos se cerraran delicada y dulcemente. Aquella noche la situación se repetiría: J y el insomnio de la mano. Las luces radiantes –casi solares– de los vecinos plagaban la habitación del nostálgico y depresivo joven de 25 años. Sencillamente la luz por la noche le producía asco, náusea y un sonido metálico(permanente)incesante -casi ácido- y chillante en los oídos. Por dentro –y a manera de rezo– suplicaba e imploraba que apagarán las luces... Como era de esperarse, su dios estaba de vacaciones. Sencillamente la noche empató con el amanecer y las obscenas luces nunca desaparecieron. De mañana, cuando el día comenzaba a entibiar, Mercé, sin pedir permiso, entró al cuarto y prendió las luces –casi de neón–. Ella lucía espectacular y despampanante. Un metro setenta y cinco centímetros de gallardía y altivez envueltos en un delicado, elegante y muy breve babydoll negro. Caminó decisiva hacia la cama de J. Se sentó en la orilla: la Tierra se cimbró. J percibió el calor y el humor tan exquisito de M. Se quedó impávido y comenzó a sentir cómo se erguía sólidamente en el centro de la cadera. Ella no se inmutó ante la sorpresa de él ni ante su rigidez. Abrió el buró. Sacó un condón. Giró hacia a J con el preservativo en la mano. Los rostros quedaron separados a menos de cuatro dedos. Ella fijó la mirada en los dos pantanos que J tenía por ojos.

M: ¿Sabes? Ayer durante toda la noche me acordé de ti…
J: ¿Sí?
M: Sí, sí, sí, muchísimo. No podía dormir. Estaba tan asquerosamente deprimida que me dieron náuseas. Estuve a nada de que me explotaran hasta los oídos. Pero, bueno, no estás para escuchar mis penas ni yo para contarlas. Traes una cara de acidez espantosa. Te dejo. Como verás… Mi novio espera. Ha sido una maravilla que me lo hayas presentado. Estos casi cinco meses han sido como estar en un profundo, increíble y placentero sueño… Después te devuelvo el condón. ¡Bai-Bai!
J: Oye… oye… Apaga las luces. ¡Apaga las luces!