jueves, marzo 24, 2005

Un detalle ordinario

(Foto de Eduardo "Edo" G. Tamayo)


Desprevenido. No me canso de repetirlo –una y otra vez–: los días son como las piñatas, necesitan de unos buenos palos para que de éstos salgan las sorpresas. Siempre existe –aunque no seamos tan atentos para descubrirlo– un detalle ordinario que termina –insoslayablemente– por conmovernos o maravillarnos.

1 comentario:

Grajeda dijo...

Sin duda alguna...
Las mejores cosas de la vida llegan cuando menos lo esperas...

Pero ahhhhh como tardan. Y peor, como duele mientras lo hacen...