sábado, enero 29, 2005

Lo sabía todo

En los momentos más críticos de nuestro soberbio transcurrir por la vida, muchas veces formulamos al aire preguntas –que parecen y no lo son– estúpidas –como si quisiéramos que todos nos escuchasen, cuando sabemos intrínsecamente que Ella es la indicada para respondernos–. Por estupidez o imbecilidad o idiotez –o las tres al mismo tiempo–, no se lo inquirimos a nadie –y a Ella tampoco le preguntamos–. Dejamos sin alterarnos que las preguntas fluyan y se vayan como dejamos que los días y las noches pasen –no hay ser que las detenga: huyen–. Las interrogantes –con sus múltiples y posibles respuestas– se disipan y nosotros, tierna e inocentemente, creemos que no volverán, que no afectarán nuestra vida si quedan sin respuesta, sin fin, sin razón… Mentira. Regresan. Regresan cuando menos lo esperas. Están de vuelta en el momento más inoportuno y en ese instante ya es muy tarde para que Ella nos dé la solución... Y sabes, por arrepentimiento, que ella siempre supo la verdad… Mother.

miércoles, enero 26, 2005

Ausente

En esta semana, he recibido más imeiles personales que cadenas absurdas que escupen maldiciones y dichas, que millonarias promociones del selecciones, que panfletos y trípticos de adivinación entregados “misteriosa y esotéricamente” en los altos y en las esquinas de esta peje-suidá, que virus encriptados en correos de nadie. No cabe duda un meil personal siempre llena la boca con una sonrisa coqueta. Hoy, por la mañana, me pasé leyendo cada una de las correspondencias –y envuelto en una mueca de alegría, no dejaron de sorprenderme–. Todos los correos cibernéticos –sin falta– estaban colmados de supuestos en torno a mi ausencia. Todas las letrillas cuajaban la misma pregunta: ¿Ignoro si vive todavía o dónde está?

Algunos pormenores de la ausencia…

Estado general (Primera plana): Sí, vivo y sueño –más de lo permitido por los psiquiatras–.

Situación física: 3.6 Kg. de más… Un estilo de vida saludable y mucho mejor que cualquier juniorcillo de la DelValle –excesos, los permitidos por la ley–.

Situación psicológica (Estado del tiempo): Sin tormentas. Cielo despejado. Salud mental óptima –causa: medicina alternativa (interprétese al gusto)–.

Descubrimientos: En una exhaustiva y comprobadísima investigación descubrí que el vino –y uno que otro derivado etílico– contribuye a defender al organismo de enfermedades graves y letales (hace fuerte al corazón).

Dramas de la vida real: Una amiga me habló desesperadamente a las 4 de la mañana de antier para decirme que su esposo derramaba infidelidad. Fue obvio –más por morbo que por cualquier otra cosa– que pregunté el porqué creía ella que su marido la engañaba (al menos tendría pruebas sustentables imaginaba yo y si ya me había sacado de mi estado auto hipnótico, bien a bien, era justo que me contase todos los detallitos del evento, ¿no?). El engaño de su marido se basaba en la siguiente prueba tomada de un periódico de circulación menor: «siete de cada diez hombres que no tienen problemas económicos son infieles a sus esposas». Colgué inmediatamente.

Finanzas: Las reservas monetarias mostradas hasta el 26 de enero alcanzaron un indicador global negativo. Se pronostica que para mediados de marzo la economía crecerá al menos un 15% –para jodida la cosa esto sólo es una especulación–.

Deportes: Un hombre sensible.

Espectáculos: La reina de la pantaleta.

Sociedad y cultura: Weekend a la Chumacera (parte I y parte II).

Editorial: Sí, he estado ausente. Es decir, ensimismado y distraído. Por cierto, informo que todos los supuestos son falsos hasta que se demuestre lo contrario.

lunes, enero 17, 2005

Aviso de ocasión

Del DRAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española)

Del Periódico

Yo = Gilmar Ayala

Los lunes son días de avisos y noticias. Advertencia: el inicio de semana puede ser peligroso si éste viene acompañado del brazo con un extraño aire polar.

Desperté porque el frío era abrumador. Ni dudarlo, hoy tendría que ser una mañana de abrigo, chocolate caliente, una pieza de pan y periódico en mano. Revisé el diario. En automático –al contacto de mis dedos con el papel y tinta– llegó a mis neuronas una frase –no textual– de Borges. Él decía que no entendía el porqué la gente revisaba ansiosamente todas las mañanas los diarios, si es inevitable que ahí no encontrará nada nuevo: sólo las mismas notas. La borgiana regla comienza a cuadrar en cuanto comienzo a revisar las hojas del periódico matutino: gobiernos corruptos, partidos políticos en lucha, padrecitos que opinan, guerras sin fin, tiroteos, asaltos, políticos "perfectos", políticos desmentidos, equipos de futbol que ganan y que pierden, actrices inmiscuidas en chismes, deudas nacionales que aumentan, cine, televisión –los mismos programas–… Todo igual. Punto para Borges. Excepto por un pequeño detalle: las únicas notas que nos traen gélidas sorpresas son los avisos de ocasión…

Aviso. (Del lat. ad visum)
  • 1. m. Noticia o advertencia que se comunica a alguien.

AAA. Viva feliz el 2005. Hágase rico, busque tesoros. Detectores. Alquiler, renta, venta, 57 años de experiencia. Demostraciones.

Hay que vivir felices haciéndose rico. Los tesoros están a la vuelta de la esquina. ¿Por qué complicarnos la existencia?

  • 2. m. Indicio, señal.

Jesús compra ropa, muebles de casas, oficinas, estéreos, máquinas, libros, chácharas.

Definitivamente es una señal… El mismísimo Jesús compra recuerdos de casa y oficina…

  • 3. m. Advertencia, consejo.

Oración a la Virgen de Juquila: Madre querida, Virgen de Juquila, Virgen de nuestra esperanza, tuya es nuestra vida, cuídanos de todo mal. Acompáñanos en toda nuestra vida y líbranos de todo tipo de pecado. Reza nueve días esta oración y pide 3 deseos, uno de negocios y 2 imposibles, y publica esta oración al noveno día.

(Sin comentario)

  • 4. m. Precaución, atención, cuidado.

AAA. Detectives conyugales, localizaciones, empresariales, laborales, noviazgos, celulares, teléfonos, fotografías, videofilmaciones, foráneos. ¡Garantía, confidencialidad! ¡Cuídese de charlatanes barateros, que citan en casas particulares! ¡No contrate telefónicamente!

Cuídate de una novia charlatana o un novio baratero…

  • 5. m. Prudencia, discreción.

AAA. AAA. Mariana, ama de casa, ofrezco discreción. Independiente.

Masajes para dama, antiestrés. Emiliano, deportista, universitario, varonil, realmente atlético, 22 años.

Analy (19 años), bonito cuerpo, sólo para exigentes, $600

Si lo vas a hacer prudente y discreto tendrás que ser…

viernes, enero 14, 2005

MORFI

Hoy, pensé que, simple y sencillamente, el día trascurriría de forma normal. Pero, cuando uno finca expectativas en algo, siempre la ley de MORFI –ésta es mucho más peligrosa que la de Murphy– tiende a hacer de las suyas y te jode: cambia el curso de tus intereses. Desperté –no muy tarde ni muy cansado, digamos– aliviado y tranquilo, aproximadamente a las 9:35 de la mañana. Mientras mi cuerpo hacía el esfuerzo necesario para levantarse, mis retorcidas cavilaciones innovaban una delicada forma de convencimiento para hacerme creer que el día sería tan corriente como cualquier otro. Logré salir de la cama. Ejercicios de rutina: uno, dos, uno, dos… ¡Qué hueva! Terminé. Parecía ya estar plenamente consciente. Me dirigí al garaje para buscar el diario. Lo recogí. Al momento de levantar el periódico de entre sus conservadoras entrañas salió un librillo –casi cómicomágicomusical–. Tenía por título Vételo Creyendo. Supe –en una acto reflejo– al hojear (¿ojear?) el textillo que el día sería tan impredecible a partir de ese instante. Y, empezó a serlo justo cuando me detuve en unas líneas…

«Las cebras no son blancas con rayas negras, sino negras con rayas blancas.»

Mañana, si sacan el volumen dos de este libro, yo creo que nos avisarán que los tableros de ajedrez son negros con cuadros blancos y no blancos con cuadros negros.
La sorpresa de las afirmaciones no se detuvo ahí, siguió…

«La agresividad sexual de la rana-toro macho es tal que se aparea con todo aquello que se mueve.»

De ahora en adelante, al verme frente a una de estas ranas –que es muy probable que me las encuentre en una ciudad como el Defe– jugaré a las estatuas de marfil para no salir lastimado.
Era evidente que tenía deshacerme rápido de ese texto. Lo intenté una y otra vez. Los resultados eran nefastos. De entre las páginas salían oraciones cargadas de datos que parecían no tener ningún sentido: producto neto del absurdo. Sólo un dato más fue capaz de crear la desilusión por entero, hacer que aquel compendio se desvaneciera de mis manos junto con aquella estructura mental con la que había crecido…

«Los elefantes no le tienen miedo a los ratones, sólo les infunden temor los conejos y los perros dachshund.»

Así es… Viví engañado durante toda mi infancia, adolescencia y parte de mi vida adulta. Dumbo nunca tuvo miedo –aunque sea diminuto– a los ratones, muy al contrario, detestaba las liebres y los canes dachshund. ¿Qué me resta? Que me lo vaya creyendo… Sé –muy en el fondo– que este caos mental lo planeó MORFI.

miércoles, enero 12, 2005

Mi Godot

Estragon: (…) Vayámonos.
Vladimir: No podemos.
Estragon: ¿Por qué?
Vladimir: Esperamos a Godot.

Samuel Beckett,
«Esperando a Godot»

Me tocó esperar a Godot el domingo pasado por la mañana, la tarde y parte de la noche. ¿Godot? Godot puede ser cualquier persona. Pero, en este caso –muy particular– fue ella. La verdad no fue gracioso estar ahí –en silencio– esperando. El acto de esperar suele ser muy coqueto los primeros minutos –o, tal vez, en caso extremo la primera media hora–. En este lapso, es cierto, divagas de lo lindo por tus fantasías, sueñas con el qué pasará, con lo bonito que será ese encuentro, con los diálogos perfectos, con el soundtrack que habría de tocarse de fondo si aquello fuese una película romántica, con el cruce de las miradas, con las sonrisas, con lo perfecto que embonarán las manos, con los besos (si hay un poco de suerte y astucia), con los suspiros, con un sinfín de clichés rosas. Y, mientras cabildeas por todas esas imágenes, parece que la espera bien vale la pena. Pero, después de pasado el límite fronterizo de los 1800 segundos bañados en perfume, los minutos que siguen a este tiempo de espera se acumulan como colesterol (¿cómo estiércol?) en las venas y arterias. Todo a un paso del paro cardiaco. Estallas. El trastorno comienza y la espera se hace insoportable. Lo más peligroso de esperar son los momentos de caos o de trastorno que nacen como una macabra locura. El síntoma principal de que la enfermedad comienza a invadirte es la alteración de tu estado de ánimo –de la inmensa alegría y euforia pasas a una melancolía, tristeza, angustia y frustración–. Así sucedió… Me senté a esperar a Godot albergando una extraña esperanza de que tarde o temprano todo me llenara de alegría. Pero, esa ilusión se diluyó –de forma feroz– en la medida en que me acerqué –con la ayuda de los segundos, minutos y horas– a la letra “p” de la palabra plantón. Llegué a formar la palabra completita –con todo y acento–: P – L – A – N – T – Ó – N.

Vladimir: ¿Es la primera vez que vienes?
Muchacho: Sí, señor.
(Silencio)
Vladimir: De parte del señor Godot.
Muchacho: Sí, señor.
Vladimir: ¿No vendrá esta noche?
Muchacho: No, señor.
Vladimir: Pero, vendrá mañana.
Muchacho: Sí, señor.
Vladimir: Seguro.
Muchacho: Sí, señor.
(Silencio)

Samuel Beckett,
«Esperando a Godot»


Mi locura.
Mañana –como lo he venido haciendo– seguiré esperando a mi Godot.

lunes, enero 10, 2005

Ermitaños Oníricos

Descubrí una condena a la que inquebrantablemente estamos sometidos durante toda nuestra existencia: soñar. Todos –absolutamente todos– los seres humanos soñamos. No hay persona que escape de esta condena. Ni el más osado intelectual ni el ladrón perfecto ni el reo más sagaz ni el mejor amigo ni la novia ni el taquero de la esquina ni el vendedor de chicles bomba ni el político ni el asceta ni papá ni mamá: nadie está exento. El mundo humano vive condenado al engaño mientras duerme –todos dan por verdadero y único lo que no es–. ¡Tú, él, ella, nosotros, ellos y yo! Duerme y estarás embarrado de un lodo onírico. Soñar es el autoengaño por excelencia. Una condena que parece una droga suave.
No obstante, hay personas que no están satisfechos con tener una sola condena… Y, buscan, buscan, buscan la manera de prolongar los síntomas, las sensaciones, el placer del sueño. La solución inmediata a la que llegan es… Soñar despiertos. Comienza el caos: anhelan persistentemente algo cubriéndolo de imágenes y sucesos fantásticos. Ermitaños oníricos es el nombre para calificarlos. Seres que –sorpresiva y progresivamente aumentan en número y– rara vez buscan salir de sus hogares (de su cerebro) por temor a la realidad: una mujer (un beso), un hombro (un abrazo), un automóvil (un paseo), un helado (el frío en los labios), una mirada (el primer contacto)…
El resultado. Un ermitaño onírico simplemente decide defenderse de la vida olvidándose de ella.

viernes, enero 07, 2005

Del kínder al féretro

Hoy por la mañana, mientras me divertía vagando por el ciberespacio -en plena hueva-, fui a toparme con un blog que realmente disfruto mucho: el de El Oreja. Revisando sus posts (o postes) pasados, me encontré uno que cautivó mi atención: Life 101. En él, El Oreja planteaba -junto con una tal Maggie- que en la escuela deberían (para mí: deben) impartir cursos de la vida o un curso general de la vida. Me parece que habría muchas formas de esquematizar un programa operativo para la planeación didáctica de dicho curso. Propongo mi querido Oreja -y esto a manera de bosquejillo docente- los siguientes aspectos para la impartición de dicha clase:
  1. Nombre de la asignatura: Currículum Vitae.
  2. Clave: Año de nacimiento (En este caso -tanto para mí como para El Oreja- 1979) .
  3. Ciclo lectivo: Desde que naces hasta que mueres (pesadito, ¿no?).
  4. Clases por semana: 7 (siete).
  5. Horas por semana: 168.
  6. Horas prácticas: 168.
  7. Plan de estudios: Nuevo Plan 2005 (NP-2005)
  8. Propósitos u objetivos generales del curso: Con la asignatura Currículum Vitae se pretende que, al término del curso (es decir, al morir), se hayan alcanzado estos propósitos: desarrollo de actitudes y habilidades para enfrentar el análisis y la interpretación de cada uno de los sucesos de la vida; ampliación de la visión; gusto e interés por la valoración del goce estético; formación del criterio selectivo para satisfacer el instintivo deseo humano de verdad, de bondad y de belleza, a las que el estudiante llegará por interés permanente. Aprender a vivir.
  9. Factores para evaluar: Participación activa en la vida.
  10. Periodos de evaluación: Niñez, adolescencia, madurez (adulto contemporáneo y maduro) y vejez.
  11. Criterios de exención: Nadie quedará exento. Excepción única: fallecimiento repentino.
  12. Bibliografía básica y de consulta: Ver anexo, Life 101.

Sé que -en definitiva- faltan muchos otros aspectos que tendríamos que englobar para este formato sugerido. Para que el curso cumpliese con la excelencia académica, necesita -lo sé- un madral de consideraciones. Sencillamente, en este breve espacio, sería una locura tratar de desglosar todos. Por cierto, me gustaría, Oreja, que discutiéramos más los tópicos que enlistas en tu texto Life 101.

Verborrea Navideña

Con agrado –diría con júbilo al borde del éxtasis– recibí este 7 de enero: el fin de la temporada navideña. Para este preciso momento –prácticamente– toda la verborrea propia de la navidad y de fin de año comienza a diluirse con las actividades usuales. Los discursos entresantosperegrinos, feliznochebuena, feliznavidá, inocentepalomita, felizyprósperoañonuevo, felizdíadereyes desaparecerán entre los automóviles estancados en el periférico –tanto en la planta baja como en el primer piso–, en las oficinas de gobierno y en los bancos –líderes en gestar largas colas–, en las horas de ebullición del metro –consomé humano–, en las mañanas cuando los padres de familia descarguen –tal cual… como mercancía– a sus adorables criaturas entre el rocío del smog. Todo cuajará. Todo. Todos –una vez más– nos veremos inmersos en el tsunami citadino. Al menos –y eso es un alivio– la gelatina urbana se despojará del uniforme de SantaClós.

jueves, enero 06, 2005

Un cómplice y otro -también-

El insomnio es un cómplice en este largo camino del intento... Y, otro, que hace una buena compañía, es la poesía... No compito contra el insomnio, me dejo llevar en él.
... -but there is no competition-
There is only the fight to recover what has been lost
And found and lost again and again: and now, under conditions
That seem unpropitious. But perhaps neither gain nor loss.
For us, there is only the trying. The rest is not our business.
T.S. ELIOT, «East Coker» V, Four Quartets
[... -pero no hay competencia-
Sólo existe la lucha por recobrar lo perdido
Y encontrado y perdido una vez y otra vez
Y ahora en condiciones que parecen adversas.
Pero quizá no hay ganancia ni pérdida:
Para nosotros sólo existe el intento.
Lo demás no es asunto nuestro.
Cuatro Cuartetos, traducido por J.E.P.]

martes, enero 04, 2005

Los Nervios

Nervioso es el adjetivo preciso que he de emplear para calificarme en estos días. Soy incapaz de estar quieto o al menos de permanecer en reposo. Hay una extraña urgencia que está despertando cada una de mis dendritas, axones y demás complejos nerviosos. Este trémulo estado trae consigo un beneficio inigualable: me hace sentir vivo; pero, por otra parte –en una especie de dark side–, mi estómago está cargando las consecuencias: tengo una olla exprés en mi abdomen. Anhelaría un poco más de tranquilidad y paciencia… Sin embargo, quién puede hacerlo cuando uno siente que es el momento adecuado para actuar y que de no hacerlo la oportunidad puede desvanecerse. Cómo desearía que las cosas fueran un poco más sencillas y que se resolviesen como una simple suma o resta –o ya en un caso extremo como una multiplicación o una división de no más de dos o tres dígitos–. Pero, no… La existencia presenta muchas más variables y exponentes. La vida –extrañamente– siempre tiende a coagular una telaraña en nuestro camino. Nos pone en una fase frenética. Perturba nuestro ánimo. Y, entonces, a la de ahuevo más que por voluntad uno tiene que aguantarse. Uno termina reaccionando y no actuando. ¿Qué nerviosismo? ¡Qué nerviosismo! Tan conmovedor recorre mi dermis, mis grietas corporales y provoca un sofoco y clausura mi garganta cuando ésta debe hablar para decir lo que siento. Los nervios son animales salvajes que cuesta domesticar. Quisiera tenerlos dominados cuando platico. Las cosas suceden de otra manera. Si milagrosamente sale de mi boca una palabra seria y profunda –parajódicamente– saltan con ella otras feroces, inquietas, bestiales y silvestres que no hacen sentido… Y, de pronto, me encuentro otra vez ahí: inquieto y sin reposo. Intentando apaciguar a los indomables. Perturbado, frenético, inmerso en una telaraña. Quiero sumar (multiplicar) y restar (dividir). Dejar en reposo al adjetivo nervioso.

sábado, enero 01, 2005

Mi insomnio

Llevo varios meses siendo cliente Classic Member Frecuenta del insomnio. No es tan malo. Tiene sus lujos y encantos. Al menos durante esas horas –que parecen perennes, agobiantes y asfixiantes– finalizas lo que alguna vez –con la luz del día– te propusiste o, tal vez, sin quererlo del todo, tomas ese detallito que nunca terminaste con la esperanza de hacerlo. Insisto, en el mundo del desvelo, cualquier detalle puede ser un lujo. Siempre he creído que cuando el insomnio aparece en la vida de las personas es por un simple motivo: tienen algo inconcluso que deben darle jaque mate o continuidad. Mi suscripción al mundo de la vigilia cuando es la hora de dormir me llegó por entregas. Es decir, comencé una noche durmiendo 30 minutos más tarde de lo habitual –la causa: una película en la TV–; las siguientes noches tuvieron una incremento progresivo –aunque menor– en relación con los minutos de espera antes de caer en los codiciados brazos del sueño. Las causas de las siguientes trasnochadas fueron variables: una película, un libro, un correo electrónico, una llamada telefónica, el retoque de un texto, escribir un mini-cuento, quemar un cd, bajar canciones… muchas cosillas –¿causillas?–. Poco a poco fui agotando cada uno de mis deberes. Un fenómeno inversamente proporcional se estaba dando: menos deberes, más sueño. Cuando pensé que había dado muerte al desvelo, tuvo que suceder lo inesperado.
¿Qué es lo inesperado? Lo que ocurre sin esperarse. En un balbuceo de pensamientos –naturales y comunes– que se tienen antes de dormir, me fui a topar con el recuerdo de un desvelo mucho mayor que tuve hace casi 10 años. Y, entonces, me di cuenta… Me di cuenta del por qué de mi retorno al insomnio: tenía que trabajar nuevamente y sigiloso por aquello que había perdido. Recuperarlo. ¿Aquello que había perdido? ¿Qué había perdido? ¿Qué es aquello? Aquello: el primer gran amor inesperado.
Ahora, desde mi “nuevo” re-descubrimiento, están por ascenderme de cliente Classic Member Frecuenta del insomnio a Silver Member Frecuenta del insomnio. He acumulado una cantidad de horas noche inimaginable.