(Foto de Eduardo "Edo" G. Tamayo)
Desprevenido. No me canso de repetirlo –una y otra vez–: los días son como las piñatas, necesitan de unos buenos palos para que de éstos salgan las sorpresas. Siempre existe –aunque no seamos tan atentos para descubrirlo– un detalle ordinario que termina –insoslayablemente– por conmovernos o maravillarnos.
1 comentario:
Sin duda alguna...
Las mejores cosas de la vida llegan cuando menos lo esperas...
Pero ahhhhh como tardan. Y peor, como duele mientras lo hacen...
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