sábado, mayo 21, 2005

De abejitas y florecitas

(Foto de Eduardo "Edo" G. Tamayo)


No hubo resistencia ni fuerza; sólo, deseo y ternura. Simplemente ella entreabrió sus labios. Él la besó. Ella no se contuvo. Hace mucho tiempo que no besaban con esa pasión y entrega. Nadie quería detenerse. Los dos lo necesitaban. Se disfrutaban. De repente dentro de ellos empezó a circular una filigrana estúpida de conciencia. "¡Mi esposo!", ella. "¡Estoy casado!", él. Los pensamientos caóticos continuaron; los besos y las caricias, también. Sus labios se separaron para tomar un poco de aire. Se miraron profundamente a los ojos. En ese instante, cayeron -como telón- sólida y concretamente las principales razones y los justos motivos...

  • Curiosidad. ¿Cómo ama, sueña, vive, etc.? Quiero saber.
  • Aburrimiento. Estoy cansado del arroz, de los gritos, de los lloriqueos... La costumbre.
  • Vengaza. Dejó de estar, soñar y vivir conmigo.
  • Peligro. A nadie cae mal un poco de adrenalina.
  • Vanidad y orgullo. Me siento más joven, bell@, atractiv@.
  • Consejo. Me lo dijo mi mejor amigo.
  • Porque sí.

¿Bien o mal? No importa. Además, eso es sencillamente un asunto de la percepción. Ellos renacieron. Ella y él volvieron a sentir abejitas y florecitas. Regresó a sus corazones la esperanza. Suspiraron dos veces. No se dijeron nada. Ellos siguieron besándose...

jueves, mayo 12, 2005

Besugos (Uno)

Entra la luz. La vida comienza a pesar. Las mutaciones cuajan. Ojos hundidos. Pómulos hinchados. Aliento putrefacto. Cara asimétrica. Músculos flácidos. Dolor de cabeza. Sed. Mucha sed. Un grupo de casi post-pubertos dejan correr la vida en los sillones de una sala. No pueden ni quieren levantarse. No se soporta el cuerpo. Empiezan a balbucear... ¿Palabras?
La productora
: ¿Cómo dormiste ayer?
El locutor: Muy bien, como siempre... Con los ojos cerrados.
La productora: ¡Qué cajeto! Yo, también.
El Creador: ¡Chale! Pos, yo no sé... Yo nunca me veo cuando duermo...